El año
pasado, el Resurrection Fest celebraba su décimo aniversario con una edición
muy especial. Sin embargo, la edición del cambio y del éxito ha sido la que acaba de terminar. El año
pasado, las instalaciones se habían quedado pequeñas, el festival evolucionaba
pero ellas no. Esta edición se esperaba a mucha más gente todavía, debía haber
cambios. Y los hubo, vaya si los hubo. Si el año pasado decíamos que el sonido
se había quedado escaso, este año ha llegado incluso a sobrar. Las
instalaciones parecían otras, todos los servicios se han visto mejorados. Nos
despedíamos en la crónica del año pasado con dos dudas: qué pasaría con el
sonido y si cumplirían su promesa de abaratar las bebidas. No sólo han cumplido
ambas, sino que las mejoras fueron más espectaculares de lo que me imaginaba. A
mayores de la pantalla colocada en la parte central del main stage, han colocado una a cada lado del escenario, como en los
grandes festivales (y cómo se han agradecido). La decoración era impresionante,
hecha por verdaderos artistas. La carpa del ritual
stage también ha tenido sus mejoras, parecía más amplia y adecuada para el
sonido que la que vimos en la edición pasada. Los puestos de comida fueron
abundantes y para todos los gustos, a pesar de que comer cuatro días allí puede
suponer un poco caro (y mejor llevarse un protector de estómago, es la fiesta
del colesterol). Las cabinas para comprar tockens se han ampliado, al igual que
las barras, con lo cual conseguir bebida no era muy complicado. Se han
abaratado los precios de los tockens en comparación con el año pasado y con
otros festivales pero, aún así, seguían siendo precios un poco disparatados
(14€ por 1´5 litros, por ejemplo). Otra pequeña crítica con respecto a las
bebidas es la manía absurda de todos los festivales de prohibir vender botellas
de agua con tapón: señores organizadores de festivales, no vamos a matar a
nadie, sólo queremos beber agua. Otro gran añadido este año para subirse al
carro de competición de los grandes festivales europeos (algo que hace que se
parezcan un pelín más todavía al Hellfest) ha sido la noria, que no la he visto
llena en ningún momento, pero como elemento decorativo era uno de los mejores
(y cómo corría la hija de puta). Por otro lado, también había muchos puestos de
merchandising y stands de todo tipo. El merchan
oficial del festival no era caro (13€ camiseta, 12€ gorra, por ejemplo), pero
el de algunas bandas se excedía demasiado.
Ahora
suma todos los cambios que acabo de mencionar al mejor cartel de su historia y
tendrás una evolución impresionante que ha resultado ser un gran éxito. La gran
mayor parte de las críticas que he leído hasta el momento han sido positivas,
algunas incluso de escépticos que creían que todo sería más caro, que el sonido
sería horrible y que en Maiden estaríamos como sardinas enlatadas. A mí también
me han dejado completamente impresionada. He ido a tres ediciones de este
festival (2012, 2015 y 2016) y he visto parte de esa evolución, de ese éxito
merecido, de sus apuestas para mejorar este pequeño gran festival. He pasado de
poder estar delante viendo holgadamente a Hatebreed o Anti Flag a casi una
lucha por la supervivencia en bandas como Bring Me The Horizon o The Offspring.
Definitivamente, os habéis hecho mayores, y me siento orgullosa de haber sido
testigo de ello.
El miércoles 6 llegaba a Viveiro desde
Ribeira, temerosa de quedarme sin sitio en la acampada A.
Llegamos al mediodía
y cogimos sitio por los pelos, la acampada ya estaba casi llena. El tiempo no
acompañaba a la warm up de este año, de hecho ha sido un milagro que nuestras tiendas sobrevivieran a la
tremenda tormenta que asoló Viveiro a media tarde, pero el ambiente estaba
animado. Pasamos la tarde cerca del recinto y repetimos tradición de escuchar
fuera, privando algo, hasta que algún grupo sonara interesante. Eso sucedió
pasadas las diez de la noche, cuando Eskimo
Callboy comenzaron a sonar. A mis acompañantes les resultó interesante,
para mí fue uno de esos enamoramientos que tengo con algunas bandas que no
conocía que me pasa cada vez que voy al Resu. Debo admitir que soy una aficionada
de los estilos diferentes a lo convencional, de las fusiones. Sin duda, el
miércoles fue el día de las fusiones (rap metal, electronicore, reggae metal…).
Desde el aparcamiento escuchaba a Siberian
Meat Grinder, que sonaban diferente en cada canción (en unas sonaban más
punk, en otras más hardcore…). Luego ha llegado el metal electrónico con Eskimo
Callboy, con una ejecución y un sonido que me han dejado de piedra. Tengo gran
debilidad, también, por las bandas a dos voces. En este caso, estas dos voces
suenan juntas maravillosamente, todo un acierto. No me puedo quedar sin decir
que me he perdido parte de este directazo por un error en la seguridad del cual
no tuve la culpa. Los encargados del control de seguridad no estaban informados
de que la entrada con cámaras GoPro estaba permitida y no me han dejado entrar
con la mía. Este error de organización me ha costado la oportunidad de hacer un
vídeo blog, algo que me ha mosqueado bastante. Entré para la última mitad de
Eskimo Callboy una vez dejé la cámara de vuelta, y he de decir que han
conseguido quitarme el cabreo con su tremendo directo. Luego ha llegado Narco, banda a la que esperaba más que
a ninguna esa noche. El sonido no fue tan bueno como en la actuación anterior
y, tirando al final, parecía que ellos tenían problemas de sonido en el propio
escenario (las voces se perdieron de la música en un par de ocasiones), aunque
no puedo saberlo seguro. Empezaron fuerte, demasiado fuerte, y la intensidad ha
ido bajando a lo largo de una hora con un setlist
algo descompensado. Para cerrar la noche estaban Skindred, que han empezado 15 minutos tarde (el mayor retraso que
vi en toda esta edición), aunque el sonido parecía acompañarlos. No los he
visto demasiado pero, probablemente, han repetido el éxito de la edición
pasada. A pesar de no estar entre mis favoritos, no puedo negar el gran carisma
de esta banda y que saben ofrecer un espectáculo.
El jueves 7 fue mi día, el que esperaba
ansiosa, el día de Bring Me The Horizon. He de dar las gracias al Resu por haber
añadido a esta banda al cartel, porque fue ahí cuando los descubrí y, a día de
hoy, están entre mis favoritos. Este día, el sonido en el main stage tuvo bastantes problemas. Era indudable el aumento del
equipo de sonido, sin embargo no encuentro la necesidad de subir los bajos
hasta niveles que las primeras filas eran una posición incómoda para demostrar
la nueva capacidad sonora del festival. Para que me entendáis, cada golpe de
bombo se recibía como una patada en el pecho, cortándote el aire. Suma esto a
una audiencia apretada y a un calor insoportable en medio de la gente. Este
problema de ecualización fue el único fallo que puedo remarcar de este día (que
se repitió en otros directos).
Llegué
al recinto sobre las ocho, para el final de While She Sleeps, que tenían tomado el main stage con un público más que satisfecho. Cuando terminan me
aproximo a las primeras filas para intentar conseguir un buen sitio. Consigo
instalarme en el lateral izquierdo en las primeras filas, donde esperé ansiosa
por Bad Religion. Su hora de
concierto ha consistido en llegar, tocar el setlist
y marcharse. No ha habido ningún tipo de interacción con el público, ningún
descanso, ninguna química. Los Resukids tomaron el escenario y el vocalista,
Greg Graffin, ha tenido ahí su único momento de contacto con su audiencia. Se
nota que no les ha hecho gracia que las primeras filas estuvieran repletas de
adolescentes que no estaban ahí para verlos a ellos. No obstante, su directo ha
sido correcto: han demostrado que siguen dando caña, han hecho bien lo suyo y
han repasado sus clásicos, sin embargo han dejado a una seguidora del punk rock
como yo bastante impasible. Me gustaría añadir el feísimo momento de falta de
compañerismo por parte de Bentley (bajo) hacia Wackerman (batería), cuando el
último ha cometido un fallo y el primero lo ha mirado con desprecio, notándose
a la legua. Curioso que fuera él precisamente quien lo haya mirado así, cuando
lo he visto cometer más de un fallo por ir de sobrado. En definitiva, siguen
dando mucha caña, pero no han querido ir más allá. De entre los grandes del
punk rock que he visto en directo, han sido los que menos se lo han currado.
Una vez
llegó la hora de Bring Me The Horizon
el ambiente cambió completamente. Nada más salir al escenario unos fuertes
bajos casi nos revientan el pecho, pero se nos olvidó por completo en cuanto
arrancaron con su show. El volumen
excesivo de los bajos se notó todo el concierto, pero ellos se han salido. La
lluvia de móviles que tenía delante me tocaron bastante las narices, no os voy
a engañar, pero ha sido un directo tan intenso y emotivo que todo a mi
alrededor ha acabado por darme igual. No me refiero sólo a los móviles
grabando, sino a la pasividad absoluta de mucha gente a mi alrededor, que sólo
levantaban la mirada para hacer alguna foto (¿cómo van a probar sino que han
ido?), y que me han dedicado varias miradas de odio por dedicarme a saltar y
cantar como una fan más (en serio, ¿a qué pensabais que íbais?). De la banda,
¿qué decir? Química absoluta a través de un auténtico frontman, Oliver Sykes, que nos ha ganado con su carisma en el
escenario. El setlist sólo repasó sus
dos últimos álbums de estudio, adaptándose a las nuevas limitaciones vocales de
Sykes. Sin embargo, tras unos días de descanso antes del concierto, ha
conseguido llegar con la voz a tope, regalándonos todo su potencial actual
(menos con su nuevo single, Avalanche,
canción que se le resiste en los directos). Salgo de este concierto emocionada
y completamente reventada, ha sido una hora muy intensa. Mientras retomaba
fuerzas he podido escuchar un rato a H2O,
cañeros y dándolo todo como siempre. Tras un rato, escucho a Volbeat, el plato fuerte del día, desde
detrás de la mesa de sonido, mirando la pantalla trasera. Nunca había escuchado
de este grupo ni conocía de su reciente éxito. No me esperaba en absoluto que
un grupo con un estilo así tuviera tanto seguimiento entre los asistentes a un
festival como este. Lo de estilo es un poco relativo, porque son muy difíciles
de describir: rock n´roll, metal, punk, blues… Sonó un poco de todo en el main stage, siempre con el nexo común de
una voz que poco variaba. Han sabido dar un directo muy limpio y sin bajar la
intensidad en la hora y media que duraron. Punto negativo, sin embargo, por
haber acabado más tarde de lo permitido, perjudicando a los que seguían en el chaos stage, Brujería, banda que se lo
ha tomado de una forma nefasta, todo sea dicho. A pesar de ese pequeño alarde
de arrogancia, el vocalista ha logrado forjar mucha complicidad con el público,
mostrándose agradecido y a gusto, algo contagioso.
El viernes 8 ha sido un día intenso. Llego
al recinto sobre las ocho y media, cogiendo la última media hora de Hatebreed. Quedé impresionada con el
apoyo que recibieron en el main stage,
e incluso vi ahí por primera vez en persona dos circle pit en el mismo concierto. Se han ido agradecidos y
satisfechos, al igual que su público. En el ritual
stage, Frank Carter & The
Rattlesnakes han dado todo un espectáculo, con Frank Carter de pie entre el
público cual Jesucristo incluido. Gojira
han sido una gran sorpresa. Han bordado un show verdaderamente acojonante.
Entre el fuego, las caras demoníacas de los hermanos Duplantier y sus nuevas
canciones de Magma junto con otras
anteriores, ha resultado un directo muy intenso. The Offspring era un concierto que esperaba expectante. Llevaba
muchas expectativas, pero las han superado. Ha sido el público más brutal en el
que me he metido en mi vida (también sea dicho que no suelo meterme cuando veo
mucho percal). Han pasado por encima de mí como 20 personas, los pogos surgían
de la nada en cualquier momento, se me metió delante gente que me puso los
móviles en la cara medio concierto y en cualquier momento venían empujones por
todas partes. A pesar de la intensidad del público, ha merecido mucho la pena.
Han sabido dar un verdadero espectáculo de punk rock (Bad Religion, tomen
nota). Han repasado sus éxitos, han tenido momentos verdaderamente bonitos y
emotivos (mi favorito ha sido con Gone
Away al piano) y nos han dejado un gran sabor de boca. Más tarde me arrimo
arrastrada a ver a Turisas, grupo
cuyo estilo no me llama demasiado. He visto a los fans encantados, pero a mí me
ha parecido un concierto bastante aburrido. También me ha dado la impresión de
que el sonido no acompañaba mucho, tapando los instrumentos acompañantes a las
guitarras. El último plato de la noche ha sido de nuevo en el ritual stage con Abaixo Cu Sistema, banda que el año pasado me dejó flipada al igual
que a muchos otros por la exactitud de su sonido y la tralla que repartía la
baterista. Este año me han dejado indiferentes. Se les ha visto confiados y no
se han currado el concierto de este año ni la mitad que el del año pasado. La
baterista ha vuelto a ponerme los pelos de punta de nuevo, eso sí. El setlist muy mejorable y su actitud en el
escenario, también.
El sábado 9 ha sido corto pero muy
intenso. El cansancio acumulado sólo me ha permitido aguantar dos bandas, los
platos fuertes de la noche: Iron Maiden y
sus telorenos Bullet For My Valentine.
Los últimos comenzaron a media tarde, con el sol machacándonos. Se ha
agradecido el detalle de darnos unos cuantos manguerazos a los que guardábamos
sitio, deberían apuntárselo para todos los años. Bullet han dado un
conciertazo, con todas las letras. Han repasado algunas canciones de su último
álbum, Venom, y han dado un repaso a
sus mejores canciones. Grata sorpresa ha sido ver como Matt Tuck ha sido
desbancado del puesto de frontman y
hasta casi del de vocalista por su último fichaje: el joven Jaime Mathias al
bajo y a los coros. Su energía y talento no pasan desapercibidos, da una vida a
la banda inmensa. Gran fichaje, de un fan que ha logrado tocar en su grupo
favorito y, además, comerse a todos sus compañeros en el escenario. El sonido,
sin embargo, no les ha hecho justicia. Los bajos volvían a atronarnos en las
primeras filas, cada vez que sonaba un bombo se hacía un poco pesado. Unas
filas más atrás el sonido mejoraba bastante. Tras una hora y veinte de espera
llega el gran momento, llegan Iron
Maiden. Con el sol aún dando en la cara y un público mucho menos apretado
de lo que todos esperábamos, llegan entre una decoración azteca y grandes
paneles que cambiaban de temática según las canciones que tocaban. El sonido
los acompañaba, sin duda, y han salido a darlo todo. Bruce Dickinson no ha
conseguido tener la voz al 100%, algo que todos comprendimos teniendo en cuenta
todo lo que ha pasado (o deberíamos), pero sí lo ha dado todo, y eso se ha
notado. Han repasado bastantes canciones de su último trabajo, The Book of Souls, teniendo al público
un poco apagado la primera hora. A partir de las 10 han empezado a hacer
repaso, consiguiendo enloquecer a su público con canciones como The Trooper, Fear of The Dark o Wasted Years, la elegida para terminar.
Ha sido todo un espectáculo digno de ver para cualquier seguidor de la música,
incluso para los que no son apasionados del heavy
metal. La escenografía con fuego, un Eddie gigante al que Dickinson le
quita el corazón del pecho, los movimientos de sus músicos de aquí para allá
como si fueran chavales y toda la decoración han formado un conjunto realmente
digno de ver. Bonitas palabras ha dedicado Dickinson a la organización del
festival, “from the people, for the
people”, mostrándose agradecido por haber formado parte del momento más
exitoso de 11 años de trabajo, con 22.000 personas coreando su música.
A modo
de conclusión, este Resurrection Fest no ha sido perfecto, pero han conseguido
muchísimo más de lo que todos nos imaginábamos. Os hemos subestimado, y nos
habéis demostrado que vais a por todas, que lo daréis todo y más por ofrecernos
un festival de 10. No ha salido todo perfecto, porque eso es casi imposible,
pero esos pequeños problemas que nos hemos ido encontrando, sabréis superarlos,
estoy segura. El sonido no ha estado siempre ecualizado a la perfección, pero
habéis traído un equipo que nos ha dejado impresionados. Las instalaciones han
provocado algún pequeño colapso, pero es normal siendo decenas de miles los que
estábamos allí metidos. Ha habido críticas, pero siempre las va a haber. Seguid
luchando, porque ya habéis demostrado que valéis. Habéis creado algo
maravilloso, gracias por ello. No sé cuáles son vuestros planes de ahora en
adelante, si seguir apostando por mejorar el nivel del festival, si mantenerlo
para no tener que moverlo de Viveiro y que sigamos cogiendo todos allí… Sea lo
que sea, vuestros asistentes estamos orgullosos y agradecidos. Os deseo mucha
suerte y os veré el año que viene. ¡Hasta siempre, Resu!
Redacción: Olga Vidal