miércoles, 22 de julio de 2015

Resurrection Fest: un festival que sí vale la pena

Esta edición del Resurrection Fest fue muy especial. Al fin y al cabo, no se cumple una década todos los días. Este festival, como todos, no es perfecto. De lo que no cabe duda es de que hay mucha ilusión y mucho trabajo detrás de esos días donde más de 50000 personas disfrutan como nunca. Quien les iba a decir a estos chavales cuando empezaron que iban a acabar trayendo a Viveiro al viejo Lemmy, a Zakk Wylde o a Alexi Laiho. Por esta década de éxitos, mi más sincera enhorabuena.

En cuanto a mí, de esta edición buscaba cumplir tres objetivos: pasarlo bien, escuchar mucha música y enamorarme de nuevas bandas. Volví orgullosa después de haber cumplido los tres.
Salí de Ribeira (A Coruña) hasta Viveiro (Lugo) con muchas ganas de aprender y de disfrutar de espectáculos musicales de calidad, y así fue.

El primer día fue el más tranquilo. Era miércoles 15, día de puertas abiertas, con 6 bandas tocando para todo aquel que quisiera acercarse a verlas. Había abuelos con niños, curiosos del pueblo que se acercaron a la fiesta, y los festivaleros como yo para los que ya daba comienzo una nueva edición del Resu. 
Ese día se podía ver, por este orden, a Mutant Squad, Killus, Bastards on Parade, The Decline, Pro-Pain y Biohazard. Todos tocaron en el escenario cubierto por la carpa, el Ritual Stage, donde el sonido no acompañó todo el tiempo y los bajos se escuchaban con un volumen excesivo, pero donde sí acompañó un buen ambiente y buenas bandas.

El jueves comienza oficialmente el festival. La primera banda que veo es Soulfly, en el Main Stage a media tarde, con un Max Cavalera en su línea, pero con unos jóvenes fuera de serie acompañándolo en el escenario: sus hijos Igor y Zyon. Recordaron algunos temas de Sepultura y levantaron al público con un buen sonido y, en general, un buen show. Después nos vimos algo descolocados por los cambios en los horarios, y fue el turno de Suicide Silence, que fueron adelantados 4 horas. Un rato después me acerqué a ver a los grandes Comeback Kid, que no defraudaron a su público. Sobre esta banda decir que, en mi opinión, merecían el Chaos Stage por un simple motivo: la mitad de los que estábamos allí estábamos fuera de la carpa porque dentro estaba completamente lleno, y eso dificulta un poco la escucha y el disfrute del concierto. La banda Decapitated, a la que también escuché un rato, no dejó indiferentes a sus seguidores, que se fueron encantados. Diez minutos antes de que terminen me voy a coger sitio al Main Stage. Le toca el turno Black Label Society, y es un grupo al que vale la pena ver de cerca. Los acompañó un público impaciente y un sonido perfecto. Tras 5 cambios de guitarra, un espectáculo musical digno de ver y un solo de unos 5 minutos, me voy con un buen sabor de boca. Sin duda una de las actuaciones que más disfruté en esta edición. Después de verlos mi intención era ir a recuperar fuerzas, pero nos encontramos con que hubo otro cambio en el horario del que no nos enteramos y era el turno de Cannibal Corpse. No es un estilo de música que disfrute especialmente, pero me decidí a ver una parte del concierto. De lo que no tengo duda es de que saben hacer lo que hacen. La siguiente banda que voy a ver es Berri Txarrak, grupo al que sigo hace años y esperaba verlos con ganas. El primer lugar, felicitarlos por sus 20 años de carrera y también al festival por darles un hueco en el Main Stage para celebrarlo. Como siempre, su actuación me pareció perfecta. Sólo decir que en un festival tal vez no es muy buena idea para las personas menos afines al grupo encontrarse con varias "baladas" seguidas. A mí, como fan, esa elección sí me gustó, pero hay opiniones diversas.

El viernes fue otro día muy potente. En mi caso, la fiesta comienza casi al anochecer, con Motörhead. La impresión que me llevé con esta banda fue totalmente mi culpa. Parece ser que se me olvidó que Lemmy ya no es un chaval. El concierto fue bien llevado, hasta el final, donde se hizo una pobre versión que es la sombra de lo que esos grandes clásicos fueron en el pasado. De todas formas, un lujo ver a esta banda. De ahí ya no me muevo para conseguir también unas buenas vistas de Children of Bodom, una banda con la que no estaba familiarizada y me encandiló por completo. Empezó con retraso y los técnicos de sonido de los fineses parecía que iban a empezar a repartir puñetazos. Eso fue un mal augurio de lo que sería el sonido del show, y no nos equivocamos. Durante casi todo el concierto apenas se distinguía la voz ni los solos de Laiho. Se podía escuchar con más claridad a cualquier fan cantando cerca de ti que a él. El teclado tampoco se escuchó prácticamente nada durante varios temas. Finalmente se solventaron un poco los problemas, pero fue una verdadera lástima que no pudiéramos disfrutar tanto como deberíamos del espectáculo que nos estaban ofreciendo. Alexi, quien cumplió el papel de frontman, disimuló su malestar ante esa situación y fue paciente, cálido y amable con el público en todo momento. La siguiente banda que tocó en el Main Stage tuvo un sonido muy diferente. In Flames sonaron maravillosamente incluso desde detrás de la pantalla, donde los vi. Fue otra de las bandas que me dejó un estupendo sabor de boca. Después me traslado al Ritual Stage a ver a The Exploited. Para una fanática del punk en un festival principalmente de metal fue un momentazo. Los disfruté desde la altura de los técnicos de sonido, donde sonaban estupendamente. La banda que cerró la noche fue uno de los momentos que más nos sorprendió gratamente a muchos. Los portugueses Abaixo Cu Sistema, tributo a System of a Down, reventaron el Ritual Stage con un sonido muy potente y una interpretación que los propios System tendrían difícil superar. El público se volvía loco cantando una lista muy bien seleccionada con los mejores clásicos de la banda, con unos músicos estupendos y un sonido que se escuchaba nítido incluso en el muelle fuera del recinto. Fue un gran final para un gran día.

El sábado fue el último día y el cansancio ya se notaba. La tarde la pasé escuchando a las bandas del Ritual Stage desde la distancia. Unos guaseros Dog Eat Dog y a la banda Strung Out, que no conocía y me resultó grato escuchar. Entro para ver Korn, probablemente la banda en la que vi a más gente reunida. No es una banda que entre en mis favoritas, pero he de decir que su actuación fue buena. Los fans tuvieron que disfrutarla al máximo. Al terminar me acerco al Chaos Stage, donde Behemoth ofrece una escenificación y una actuación digna del mismísimo averno. Si soy sincera, me dieron tal mal rollo que no pude ni ver la actuación entera. Eso es que cumplieron su cometido, sin duda, porque sus seguidores lo disfrutaban como locos. Más tarde, de vuelta en el Main Stage, aparecen Fear Factory. El cansancio no me permitió ver su actuación entera pero en lo que vi comprobé que el sonido acompañaba y que salieron a darlo todo.

En definitiva, fue una experiencia intensa. No puedo despedirme sin hablar de un par de asuntos que no me agradaron. Mucha gente hizo ya estas mismas quejas. Una de ellas recibió una justificación por parte del festival que considero un poco inapropiada. Se trata de los problemas de sonido que fui comentando. El festival respondió a esas quejas culpando del problema a los técnicos de sonido que se traían las bandas. He de decir que todos los problemas no fueron culpa de los técnicos de sonido de las bandas. Vi conciertos desde varias posiciones. Cuando los veía más atrás de la pantalla, en el Main Stage, en muchas ocasiones el sonido daba subidas y bajadas bruscas, además de ser escaso para abarcar todo el recinto (que estuvo cerca de llenarse en más de una ocasión). Eso es culpa del equipo de sonido con el que cuenta el festival. Los problemas que hubo el primer día en el Ritual Stage fueron del técnico encargado ese día, que probablemente fue contratado por el festival, y sobrecargó ese equipo provocando esas subidas en los bajos tan desagradables que comentaba al principio. Es cierto que hubo bandas con un sonido perfecto. Pero también es cierto que cada año el festival sube su calidad, pero el sonido sigue siendo el mismo, y comienza a quedarse atrás. Espero que pronto cuenten con el sonido que se merecen. 
Por otro lado, no puedo irme sin comentar los polémicos "tockens". De un año para otro, el litro de cerveza o calimotxo vio una subida de 1,50€, pasando de costar 6 a costar 7,50€, y en tamaño de caña pasó de costar 2€ a costar 2,50€. Comprendo que cada vez hay más afluencia de personas de otros países y que en otros festivales españoles se abusa de los precios, por lo que puede parecer una buena oportunidad aprovechar y hacer lo mismo. Lo que no comprendo es como no piensan en que muchos de los que vamos tenemos un presupuesto limitado y nos sentimos un poco ofendidos con este tipo de cosas. El festival hecho por fans para fans cada vez piensa menos en los fans que no podemos permitirnos lujos y que tenemos que beber dentro agua del grifo o salir a fuera a beber por no poder pagar esos precios. Sin duda sobra gente que acepta esos precios y consume mucho en la barra, pero muchos no tuvimos esa opción.
A pesar de estas quejas, sigo considerándolo el mejor festival al que tuve la suerte de asistir. Son un orgullo y los admiro por haber llegado tan lejos. Solo espero que no conviertan ese festival en algo que muchos no nos podamos permitir. Les deseo lo mejor y, sin duda, me verán allí el próximo año.